Sí, la lasaña se puede congelar. Sólo debes tener en cuenta unas pocas recomendaciones para que cuando la descongeles y te la comas siga teniendo una textura agradable y deliciosa.
En este artículo te explicamos todo lo que debes saber a la hora de congelar una lasaña y recalentarla posteriormente, mostrándote las claves para que lo hagas correctamente. Puedes aplicar estos consejos también si vas a preparar un pasticho venezolano.
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Qué es mejor: ¿Congelar la lasaña antes o después de hornear?
Si puedes elegir, mejor congelar la lasaña antes que después de hornear. La razón está clara: siempre es mejor comerte una lasaña recién horneada que recalentada. Ahora bien, ten en cuenta que algunos quesos como el ricotta o el requesón pierden un poco si las congelas.
No obstante, el principal motivo de congelar una lasaña suele ser que ha sobrado, por lo que ya está horneada. Igualmente la puedes congelar, pero asume que perderá algunas propiedades y la textura no será ni mucho menos la misma.
¿Por qué es recomendable congelar la lasaña sin hornear?
¿Es una buena idea congelar la lasaña antes de hornearla? En cierto modo, depende de cómo te guste la lasaña. Si la prefieres con más consistencia y no quieres que se te desmonte, congelándola previamente conseguirás ese efecto.
¿Cómo cocinar una lasaña casera congelada?
Para cocinar una lasaña congelada tendrás que duplicar el tiempo durante el que la dejas en el horno. Por lo general, el tiempo de horneado de la mayoría de lasañas suele ser de unos 30 minutos, por lo que si está congelada, tardará alrededor de 1 hora.
No es necesario que la descongeles antes de hornear.
Consejos para congelar una lasaña ya horneada
También puedes congelar la lasaña una vez horneada, pero antes debes de tener en cuenta algunos aspectos para hacerlo en las mejores condiciones y que, de este modo, no haya perdido demasiado cuando la vayas a comer.
Estos son algunas de las recomendaciones para congelar una lasaña horneada:
1. Esperar que la lasaña se enfríe
Aunque se puede congelar la lasaña una vez hecha, no es recomendable que la guardes recién sacada del horno. Deja que se enfríe durante 1 o 2 horas aproximadamente y, en el caso de que tenga muchas capas, asegúrate que las del medio también estén a temperatura ambiente.
2. Evitar guardar la lasaña en un molde de aluminio
No está prohibido guardar la lasaña en un molde de aluminio pero, en este tipo de recipiente, puede coger un ligero sabor a metal que puede llegar a resultar desagradable. Si puedes, evita su uso sustituyéndolo por envases de otros materiales como vidrio o plástico.
3. Guardarlas en envases individuales
Uno de los aspectos a tener en cuenta en el momento de congelar la lasaña es utilizar envases de plástico o de vidrio individuales para cada porción. Esto facilita el proceso de descongelación y, a su vez, permite disfrutar de una cantidad adecuada sin necesidad de recalentar todo el plato.
Asegúrate de que estos recipientes sean aptos para congelar.
4. Secar bien las láminas de pasta
Si usas láminas de pasta que requieren cocción previa, asegúrate de secarlas bien después de hervirlas. Esto evitará la formación de cristales de hielo que pueden afectar la textura durante la congelación.
5. Utilizar ingredientes frescos
Utilizar ingredientes frescos en la preparación de tu lasaña te ayudará a mantener la calidad del plato una vez descongelado.
6. Secar bien los vegetales
Hay ingredientes que se congelan muy bien, como las carnes magras y los quesos duros. Otros, en cambio, pueden volverse acuosos o cambiar ligeramente de textura, como ocurre con algunos vegetales como las espinacas o el calabacín. Por eso, si tu lasaña incluye vegetales de este tipo, es recomendable saltearlos ligeramente y secarlos antes de montar la lasaña, ya que esto te ayudará a evitar una textura demasiado acuosa al descongelar y recalentar.
7. Refrigeración previa
Antes de congelar, deja que la lasaña se enfríe en la nevera. Esto reduce el riesgo de formación de cristales de hielo que pueden afectar la textura.
8. Etiquetado
Etiquetar tu lasaña congelada con la fecha de congelación te permitirá llevar un control de lo que tienes en el congelador y utilizarlo en un orden lógico.
¿Cómo recalentar una lasaña casera congelada?
Lo primero que tendrás que decidir es si la recalientas en el microondas o en el horno. Todo tiene sus pros y sus contras. Lógicamente el microondas es lo más rápido y el resultado es aceptable; por el contrario, el horno te permitirá conseguir una textura muy similar a cuando te la comiste por primera vez, pero tardarás más tiempo y corres el riesgo de sobre hornearla.
Si la vas a recalentar en el horno, tienes la opción de elegir si quieres descongelarla o no. Si la descongelas, tardará unos 20 minutos en cocinarse, mientras que si está congelada, por lo menos el doble. En ambos casos quedará bien (más consistente si está congelada), pero no le quites el ojo de encima para que no se haga demasiado.
Si vas a recalentar tu lasaña en el microondas, la tendrás que descongelar antes sí o sí. La mejor manera de hacerlo es sacarla del congelador y dejar que se descongele en la nevera, ya que de ese modo evitarás las bacterias y otros agentes externos durante el proceso de descongelación. Eso sí, ten en cuenta que en la nevera tardará bastantes horas en descongelarse (si te la vas a comer al mediodía, puedes pasarla al congelador la noche antes). Esto te ayudará a mantener la textura y el sabor de la lasaña.
¿Cuánto tiempo se puede conservar la lasaña en el congelador?
La lasaña se puede conservar en el congelador de 2 a 3 meses sin perder significativamente su calidad.
¿Cómo sé si mi lasaña congelada todavía es buena para comer?
Revisa si hay signos de quemadura por congelación, un indicador de que la lasaña ha estado en el congelador demasiado tiempo. Aunque la quemadura por congelador no hace que la comida sea insegura, puede afectar negativamente a su textura y sabor.
Conclusión
Si estás pensando en guardar la lasaña horneada en el congelador, debes tener claro que cuando te la comas no estará igual a cuando la comiste recién horneado, básicamente por dos motivos: en primer lugar, algunos de sus componentes cambian sus características cuando se congelan; por otro lado, cuando se vuelve a hornear por segunda vez la lasaña, nuevamente se producen cambios. Cuando se cocinan los almidones, como por ejemplo la pasta, absorben líquido, mientras que los azúcares se caramelizan, las grasas se licúan y las proteínas se desnaturalizan. Por tanto, cuando este proceso se repite y se hornea por segunda vez, cambian de nuevo las propiedades de los alimentos que se incluyen.
¿Significa eso que no se puede comer? ¡Ni mucho menos! Te la puedes comer y muy probablemente estará rica, pero no será igual que la primera vez.
Así que, si puedes elegir (aunque no suele ser habitual), congela la lasaña que sepas que no te vas a comer antes de hornearla. Y si no tienes más remedio que optar por congelar la lasaña ya horneada, sigue los consejos de este artículo para «minimizar los daños» y conseguir una lasaña más que digna.